Lunes, 25 de mayo del 2015 Montse Casulleras (Barcelona)

Desde enero, Toni me ayuda cada mañana en la gestión de la asociación animalista de donde soy voluntaria. Tiene que cumplir una condena por haberse peleado con un policía, hace nueve años, haciendo servicios a la comunidad. No saben la suerte que he tenido: me hace las cosas fáciles y además es un poeta. Mientras conduzco él me lee los escritos que guarda en el móvil: las injusticias de la sociedad, las percepciones de la mirada de un gato, los olores de la chica que le gusta... Toni es uno de esos niños desafortunados que pasó por tres familias adoptivas y que finalmente fue a parar a un centro de menores, donde, según él, lo salvaron. Siempre me habla de la psicóloga del centro, que le quitó la medicación por hiperactividad, la Màrjori. Ella le hizo subir la autoestima y evitó que Toni cayera en el alcoholismo o la drogadicción (él solo bebe coca-cola). Toni me dice que cómo puede ser que salga ahora la sentencia de un hecho que ocurrió cuando tenía 22 años, porque él ya no es la misma persona. Y verdaderamente esto no tiene sentido. Ahora Toni tiene 31 años y es una persona adulta y responsable. La única explicación es que los 'Tonis' no lucen. Ningún político se hará una foto con ellos. Ningún político estará pendiente de su formación pudiendo inaugurar una autopista. No es rentable políticamente el trabajo diario y oculto que se lleva a cabo para darles oportunidades. Por ello es posible que, mientras algunos pierden el tiempo en grandes inauguraciones, cada vez haya más 'Tonis' a los que el sistema se lo ha quitado todo, incluso la esperanza de salir del pozo donde se hallan.
 

Si quiere debatir sobre este tema, escríbanos aquí

Compartir: