Como profesora de Religión de la escuela pública, quisiera manifestar mi opinión sobre el texto publicado en el BOE del futuro temario de religión, formulado por la Conferencia Episcopal. Creo que perjudica la imagen de nuestro colectivo, muy bien preparado y cualificado en su ejercicio, con una tarea nada fácil actualmente, y que en ningún momento pretende adoctrinar sino informar del hecho religioso y cultural, y adaptar su currículo a las necesidades educativas actuales. La enseñanza de la Religión en la escuela pública sale del ámbito de la catequesis y se centra en un espacio educativo de cultura religiosa. Es una enseñanza de unos hechos históricos, culturales, sociales, literarios y estéticos, que vertebran las civilizaciones formando parte de nuestro patrimonio, y pueden contribuir a una cultura de paz. La enseñanza de la religión no es la recitación de un credo ni la sujeción a unos dogmas sino también una pedagogía de la interioridad, que ensancha el cuerpo, el corazón y la mente, y permite expresar la espiritualidad de cada uno, como una parte de la educación integral. Las religiones (la palabra 'religión', del verbo 'relligare', significa crear vínculos) deben ser caminos a la paz y pueden contribuir a humanizar la sociedad. Lo que nos humaniza no es que pensemos todos igual, sino que sepamos construir desde nuestras diferencias, como un enriquecimiento, desde el respeto, la tolerancia y la libertad. El fanatismo o la represión no tienen nada que ver con el deseo auténtico que todos tenemos de vivir en una cultura de paz, diversa y tolerante, donde todas las partes puedan ser integradas. Esto es religión.
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