Lunes, 4 de mayo del 2015 Octavi González (Barcelona)

Escribo como implicado doblemente con las personas con discapacidad intelectual (DI): como profesional de un centro especial de trabajo (CET) y como padre de un chico con DI. A menudo recibimos en nuestros centros a chicos a los que se ha dejado sin la posibilidad de seguir formándose como personas y avanzar en su educación. Son personas vulnerables que pasan –los que pueden– de la escuela al mundo laboral; son jóvenes, poco formados, inseguros... Entiendo que la formación de estas personas merece una especial atención por parte de todos y, sobre todo, de las instituciones correspondientes (Educació, Benestar i Família y Treball), a las que pediría un poco más de modestia y que escucharan a las personas que saben. Señores políticos, pido, mejor dicho, exijo que se pongan a trabajar en sus promesas electorales y no generen cortinas de humo cuando se acercan elecciones. En el siglo XXI, ¿cómo puede ser que las personas con DI no tengan prácticamente acceso a una formación más allá de la ESO?  Si consiguen el título de la ESO ¿por qué no pueden acceder a los Programas de Formación e Inserción (PFI)? Y si no tienen el título pero tienen la suerte de tener plaza escolar ¿por qué van a parar a unos PFI  inadecuados para ellos? ¿Cómo puede ser  que haya tan pocas plazas (el 70% no tiene, según Ensenyament)? ¿Por qué la mayoría no puede alargar su etapa formativa más allá de la ESO, si la ley garantiza hasta los 21 años? Nuestros hijos tienen otro ritmo de aprendizaje, pero pueden estudiar y emplearse como auxiliares en muchos tipos de trabajo.

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