En respuesta a la carta Ya somos libres, de Pedro Miret, publicada el 23 de marzo. Señor Miret: en Catalunya, ¿hay libertad para decidir muchas cosas? Sí, es verdad. ¿Podemos decidir votar? Sí. ¿Podemos decidir el color de nuestra ropa? Sí. ¿Podemos decidir afeitarnos? Sí. ¿Las mujeres pueden ir más o menos tapadas? Sí. ¿Podemos decidir entre hablar catalán o castellano? Sí. Estos derechos, no por obvios, dejan de ser importantes. Pero, señor Miret, cuando desde la política catalana se habla de libertad, de poder decidir o de democracia, la cosa no va de eso; tal vez no se lo han explicado, pero la cosa, señor Miret, va de otros derechos. Lo que queremos los independentistas es poder tomar nuestras propias decisiones en lo que nos afecta a nosotros y tener voz y voto en lo que nos afecta a nosotros y a otros. ¿El desdoblamiento de la N-II se decidirá en Madrid? ¿La ampliación del aeropuerto se decidirá en Madrid? ¿La conexión del puerto a la red viaria se decidirá en Madrid? ¿Tener delegaciones en el extranjero para potenciar nuestro comercio exterior se decidirá en Madrid? ¿Garantizar las necesidades básicas a los más desfavorecidos se decidirá en Madrid?
Queremos decidir estas cosas, señor Miret, nuestra reinvindicación es algo tan sencillo y tan complejo como eso. Y una última apreciación, señor Miret: no es fascista quien piensa diferente a nosotros. Quizá sí lo es quien cree que su pensamiento es el único y lo impone. Todo el mundo que se informe llegará a la conclusión de que la mejor opción para Catalunya es la independencia. Otra cosa es que esto guste o no guste.
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