En el año más luminoso y competitivo que ha dado el cine español en los últimos tiempos, la Academia decidió agasajar a la excelente La isla mínima. Los dos grandes grupos de comunicación del país trasladaron su particular guerra al escenario de los Goya. Si Mediaset ganó la batalla del público con El niño y Ocho apellidos vascos, Atresmedia salió vencedora de la gala con diez galardones para el thriller de Alberto Rodríguez. Un aluvión de premios que dio la espalda a propuestas de bajo presupuesto que jugaron al riesgo y conquistaron al público sin apenas ruido. 10.000 km obtuvo el Goya a la mejor dirección novel, mientras su pareja protagonista, los entrañables Natalia Tena y David Verdaguer, perdían el premio revelación frente a Nerea Barros y el chico del momento (y aceptable presentador de la gala), Dani Rovira. Más duro fue el golpe para Magical Girl, mejor película y mejor dirección en el último festival de San Sebastián: su poderoso guión es una magnífica rareza dentro de nuestro cine. Más que nunca, las televisiones han querido recuperar los réditos de haberse convertido en las grandes benefactoras del cine español. Quizá sea el momento de hacerse cargo también de la propia retransmisión de los premios. TVE nos brindó otra gala insulsa, interminable y plagada de errores.
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