Es increíble a veces el comportamiento de madres y padres que ven jugar al fútbol a sus hijos e hijas de seis o siete años. Les inculcan ideas equivocadas, como que la persona que dirige el encuentro (árbitro) es nefasto porque no pita como ellos quieren o porque no toca el silbato cada vez que la pelota sale del terreno de juego (no hace falta pitarlo todo, se evita que los niños se pongan nerviosos). Todos nos podemos equivocar, incluso sus hijos jugando, pero, claro, eso es diferente. Inculquemos a nuestros hijos que todo deporte se basa en la competitividad, pero sin dañar a nadie, jugando limpio, respetando a esa persona que está en el campo dirigiendo el encuentro, al adversario, a la gente que hay en la grada… Pónganse en el lugar del árbitro: ¿han pitado alguna vez? Yo lo he hecho bastantes veces, y les reto a que lo hagan. Procuremos que el jugar sea algo divertido para todos, e inculquemos el juego limpio.
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