Domingo, 26 de abril del 2015 Mark O'Neill (Figueres)

Solo pido un minuto de vuestro tiempo. Un minuto para reflexionar qué podemos, todos y cada uno de nosotros, hacer para reducir los casos en los que aspectos psicológicos pueden causar catástrofes como las que últimamente presenciamos. Un minuto para ser conscientes del enorme poder de cambio que tenemos ante estos hechos y que a veces parece que perdemos de vista.
Un minuto para darnos cuenta de la importancia de escuchar, de ser lo bastante empáticos para considerar que tal vez lo que nos dice la persona que tenemos delante es cierto, que no se trata de un comentario banal y que por lo tanto hay la posibilidad de que lo que dice lo haga. Además, será atendiéndole y permitiéndole una pequeña catarsis como nuestro interlocutor podrá incluso aliviar su desazón. Si no es suficiente, pido ese minuto para considerar el valor de la pregunta, para indagar sobre cuáles son las intenciones, los motivos, el plan, para a partir de ahí ser capaces de averiguar soluciones que eviten que otro desastre suceda.
Un minuto para darnos cuenta de la destructividad que puede suponer no prestar atención, no dar importancia, ignorar o subestimar ciertos comentarios que no son dignos de ese trato; imaginad la frustración al sentirse ignorado, y el poder que ello puede tener para alimentar ciertos pensamientos. Un minuto para ser conscientes de que hay que cobrar valor y darnos cuenta de que es necesario romper con el miedo a hablar de ciertos temas, de que sacar a la luz pensamientos es necesario, y no estigmatizar, fundamental.
¿Y si alguien hubiera escuchado activamente ciertos comentarios? ¿Y si alguien hubiera tenido el valor de preguntar? ¿Y si alguien hubiera sido capaz de dar la voz de alarma con la suficiente antelación? Este minuto de reflexión que os pido puede ser decisivo para evitar otro mucho más sentido cuando ya es demasiado tarde.

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