Soy jubilada y viuda desde hace siete años. Ahora, cuando voy a ver a la familia, tengo que coger el tren, o mejor dicho, tengo que esperar el tren. El pasado 6 de abril cogí el tren en Ulldecona a las 19:05 horas. La hora prevista de llegada a Sants eran las 22:05 horas, pero la realidad es que llegó a las 23:07. Aún tuve suerte de que pude coger el de las 23:18 para volver a casa, tan justa de tiempo que no pude presentar ni una reclamación. Durante el trayecto, vi a un chico que se levantaba y se sentaba repetidamente, se acercaba a la puerta del revisor y llamaba varias veces. Nadie le abría, y el chico se ponía nervioso y se tiraba de los cabellos literalmente. Al final salió el revisor, y después de mucho hablar y alguna llamada el chico consiguió que el tren parara en El Prat, donde no tenía parada, para poder coger su avión para ir a trabajar en Berlín. Yo llegué a casa, y supongo que el chico pudo viajar a Berlín, pero no hay derecho a que la Renfe nos trate de esta manera, que aún haya vía única desde Tarragona a l'Atmetlla de Mar, que nos haga sufrir tanto.
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