Entre las víctimas del atentado de París contra la revista Charlie Hebdo se encontraba el vigilante de seguridad que custodiaba el edificio. Desarmado, perdió la vida sin posibilidad de defenderse ni proteger a los asesinados. No se trata de un hecho aislado. La lista del personal de seguridad privada fallecido en actos de servicio es interminable, aunque raramente los medios se hagan eco de ello. Provistos apenas de una porra y unos grilletes, los guardas de seguridad velan por los ciudadanos. Estos días en los que las grandes ciudades se encuentran en alerta por amenaza terrorista, se puede ver a nuestros cuerpos de policía armados en nuestras calles. Que tanto el Ministerio de Interior como las empresas que contratan servicios de seguridad permitan que sus vigilantes los realicen sin un arma reglamentaria (al contrario que los cuerpos de seguridad pública) me parece poner en riesgo despiadadamente la vida de esos trabajadores, sin pensar que también tienen familia que vivimos cruzando los dedos sus interminables jornadas laborales.
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