Quiso la casualidad o el hado que mis vacaciones en Lleida coincidieran con el 9-N. Ese día sentí una profunda tristeza después de ver en el ambiente y en las noticias cómo una gran parte de los que considero mis hermanos se quieren independizar de nuestra casa común. Me comentan, siento, que el pueblo catalán quiere al pueblo español (¿acaso no pueden complementarse?), que a quien no quiere es al Gobierno español, "el cruel Estado opresor". Como si cada uno de nosotros a lo largo y ancho de España no tuviéramos nuestros más y nuestros menos con el Gobierno... Que el capitán y los oficiales de esta nave que se llama España sean unos ineptos y la nave navegue sin rumbo no hace recomendable abandonarla en plena tormenta, más si los botes salvavidas vuelcan por el oleaje. Si uno se tira del barco, o es un experto nadador o pretende suicidarse. La solución es amotinarse, democráticamente hablando, cambiar el gobierno del barco, y juntos recomponer jarcias y velas y encarar la tormenta. Catalanes con sensatez: no caigáis en la falsa idea de que no os queremos, que os robamos. Os han puesto en nuestra contra durante largo tiempo. Los intereses de unos pocos no deben afectar nuestra concordia. Hay otras formas de solucionar los problemas.
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