Me he sentido engañada y robada en un tanatorio de Barcelona con los gastos de un sepelio. En mayo falleció mi madre, y al acudir al tanatorio no me informaron de ningún precio de las partidas facturadas. La persona que me atendió me dijo más o menos que todo era obligatorio. Como había cosas que no cuadraban, esa misma noche puse una reclamación. Tras varios días de batallar con ellos, me devolvieron unos 1.200 euros. La cantidad debía ser mayor, pero no tuve ni fuerzas ni ganas de seguir. Rogaría a estas empresas que no se aprovechen del dolor de las personas y que informen de lo que es obligatorio contratar y a qué precio para poder decidir qué es lo que queremos, o podemos, pagar. Al parecer lo que me ha sucedido a mí es bastante habitual entre aquellas personas que no tenemos seguro de decesos.
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