Martes, 30 de junio del 2015 Joan Chavero (Caldes de Montbui)

Estamos asistiendo a lo que podría ser la primera expulsión de una comunidad del sueño europeo. Probablemente, este sueño ya hace mucho que se ha desvanecido, dominado por fuerzas a las que ingenuamente nos hemos creído inmunes. Eso sí, al instante hemos creado un nuevo neologismo, el 'grexit', la salida de Grecia de los patrones que ordena la Unión Europea en materia económica. Una vez le hemos puesto nombre, seguimos ajenos al proceso, como un público espectador a la espera del desenlace final. Siempre había tenido admiración por el calificativo de europeo. Sentía en este apelativo valores de colectividad, donde la suma puede lograr mayores grados de bienestar para el conjunto de la sociedad y hacer cada vez más pequeñas las desigualdades económicas entre las personas. Parece que en un marco global no tengamos la capacidad de convivir diferentes maneras de organizar la economía y acabe imponiéndose la que parece más fuerte. Y que esto suceda como un hecho inexorable haciendo desaparecer cualquier matiz. El caso griego se puede ver como una punta del iceberg que nadie hace nada para hundir y que se acepta con un total conformismo para las élites gobernantes que ha creado nuestro sistema democrático. Me resisto a creer que no seamos capaces de generar un antídoto contra este determinismo económico cómo si se tratara de un gen dominante generación detrás generación. A pesar de todo, todavía pienso que sólo desde Europa se puede construir un nuevo paradigma.

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