Jueves, 17 de abril del 2014 Miquel González (Manresa)

El pasado 8 de abril una representación del Parlament catalán fue al Congreso a pedir el traspaso de las competencias para poder hacer un referendo en Catalunya que permita a los ciudadanos decidir sobre su futuro. En Madrid, como era de esperar, se lo negaron. Lo que más me sorprende de todo este asunto es que Catalunya sea la única comunidad autónoma que defienda la separación de esta España retrógrada. Que nuestra legislación, incluida la Constitución, permita la continuidad de un Gobierno sobre el que pesan demasiadas dudas porque ha sido incapaz de negar de forma convincente las acusaciones de su extesorero demuestra el poco respeto de esas normas hacia los ciudadanos y debería ser motivo para alejarse de un país que nos desprecia sistemáticamente. Que las siete autonomías que están entre las 10 zonas con más paro de toda Europa y para las que la única esperanza de futuro es seguir recibiendo la caridad estatal no se planteen la salida de una España que las ha condenado a la miseria durante décadas es un misterio para mí. Somos el segundo país del continente en pobreza infantil, lo que supone perder parte de esa generación de jóvenes. Por eso no entiendo que la ciudadanía no presione para salir de un país que ha aniquilado el futuro de sus hijos. 

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