Dicen que Sócrates se acercaba a los que decían saber mucho sobre un tema, fuera este la justicia, la amistad, o el amor, y los acribillaba a preguntas. Al cabo de un rato de conversación, les acababa demostrando que no sabían nada de nada, y solo entonces empezaba la búsqueda de la verdad. A veces me parece que a los federalistas les convendría un Sócrates, porque si a partir de mañana cambiáramos las palabras «comunidad autónoma» por «Estado», al parecer ellos creerían que habría cambiado algo. Y no es así: habría cambiado el nombre, pero todo seguiría igual. Yo no quiero que Catalunyaa sea la Massachussetts de España, porque ya lo somos; quiero que sea la Suecia del Mediterráneo, que tengamos los mismos derechos y deberes que cualquier otro pueblo. Sí, habrá corrupción y problemas, como ahora, pero, como diría Séneca: «Nadie ama a su país porque es mejor, sino porque es suyo».
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