Me asusta ver a mi sobrina mirando el móvil mientras desayunamos. Que me conteste sin mirarme a los ojos, que tenga que escondérselo para que se concentre en sus deberes o que tenga que etiquetarla en Facebook para que me haga caso. No me malinterpreten, no soy de ningún grupo radical antitecnología. Pero me gustaría que a la nueva generación se le enseñara el poder de la herramienta que está usando y sus consecuencias. Aprenden apretando un botón, pueden saber lo que pasa en China al instante, pueden hablar con su amigo de Australia todos los días, a todas horas y gratis. Viven en el paraíso de la globalización, y eso es simplemente maravilloso. Tienen a un clic un poder incalculable. Eduquémosles, pongamos en la secundaria una asignatura que les enseñe a usarlo con responsabilidad. No dejemos que pierdan la sensibilidad del mundo real.
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