Jueves, 13 de marzo del 2014 Ariadna Mayoral (Barcelona)

En nombre de todo el equipo de ocio de la Associació Encert, quiero manifestar que la carta de Àngels Escorsell, publicadada el 10 de marzo, no deja indiferente a nadie. Eso sí, cuando lo que lees lo ha escrito la madre de la niña a la que tienes cada sábado en el esplai y muchos domingos de excursión te llega al corazón y te hace pensar; las emociones que provoca son diversas, pero hay que quedarse con lo que sirva para cambiar las cosas. La empatía que muestra Àngels hacia el padre del niño no autista no es casualidad, es fruto de años viviendo con lo que actualmente llamaríamos «la diferencia»; que el padre del niño no muestre esa empatía tampoco es casualidad porque, como dice Àngels, «no es su problema». Como trabajadores y profesionales nos encontramos con situaciones así cada día. Nosotros no somos sus familiares pero tenemos algo en común: intentamos educar al padre del niño no autista, al conductor del autobús que dice que si nuestros niños no se callan tendremos que bajar... A nosotros también nos toca hacer el papel de empáticos con la gente, a la vez que dar ejemplo a estos chicos. Cuando la gente de la calle nos mira con pena, es a nosotros a quien nos da pena, pena de que haya tanta ignorancia.

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