El otro día en la parada del transporte que me lleva a Girona vi a un grupo de seis o siete chicas africanas. Daba gusto verlas. Dos, que supuse que eran marroquís, vestían a la manera de su país, con falda larga y pañuelo en la cabeza. Las otras, de piel negra, iban con vaqueros, camiseta y deportivas, el cabello alisado y algún piercing. Todas con la mochila a la espalda, alegres, pasando de su lengua materna al catalán con la misma facilidad con que nosotros pasamos del catalán al castellano. Viéndolas, pensé que seguramente eran el sueño hecho realidad de sus padres. El motivo que los empujó a dejar su continente para ir a otro tan cercano pero tan diferente fue mejorar su vida y la de sus hijos. Este es el motivo principal de todas las inmigraciones del mundo . Y el otro día viendo a esas muchachas coger el autobús para ir a estudiar a Girona pensé que lo habían conseguido. Seguro que no ha sido fácil. A las dificultades de toda persona inmigrada, se añade ahora la difícil etapa de la adolescencia, la pérdida o relajamiento de costumbres y valores de la cultura africana importantes para los padres y ya no tanto por los hijos. Ojalá sepan coger lo mejor de las dos culturas y puedan revertir los conocimientos adquiridos aquí a sus países de origen. Se cerraría el círculo de una forma perfecta.
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