La llamada modernización del siglo XXI ha dejado aún un gran trabajo que hacer en cuanto a las barreras arquitectónicas que nos podemos encontrar por las calles de nuestro pueblo o ciudad. Desde que se aprobó la primera ley de las barreras arquitectónicas, en 1968, hasta hoy han pasado ya 46 años y siguen existiendo impedimentos para aquellas personas que asumen una movilidad reducida. Reducida porque el resto lo hemos permitido así. Ante esto, no basta con la superación de las barreras arquitectónicas, sino que los afectados se ven obligados a eliminar también las barreras mentales de la sociedad. Las limitaciones las marcamos el resto, no su llamada discapacidad. La lucha por una sociedad justa y equitativa empieza descartando estas barreras y prescindiendo de los términos 'discapacitado' y 'minusválido' para empezar a utilizar #diversidad funcional.
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