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POLÍTICA

Después de la #Diada: "A los catalanes ya nos da igual"

Martes, 17 de septiembre del 2013 Ramon Gutiérrez (Salou)

Señor Rubalcaba: Soy un socialista, ¡ay!, catalán de padres andaluces, y sigo con frecuencia e interés sus intervenciones, especialmente las referentes a la Diada nacional de Catalunya. Ante su próxima visita a nuestro país, donde tendrá ocasión de manifestarse nuevamente, me gustaría trasladarle mi opinión sobre nuestra situación, no tanto porque piense que representa a una amplia mayoría de catalanes (que también), sino porque creo que tiene interés para usted, y en general para la clase política, escuchar más al ciudadano de a pie que a sus correligionarios, seguramente más preocupados, a la hora de asesorarle, en mantener su propio estatus que en resolver las cuestiones que preocupan a sus representados. Mi preocupación: creo que desde hace años se ha traspasado ampliamente una línea roja en la política española consistente en el ninguneo, el desprecio y el avasallamiento, de facto i de iure, de Catalunya. Unas veces por intereses electorales, otras por centralismo, por perspectiva imperialista, por desconocimiento o cualquier otra causa... nos da igual. Atrás quedan la Constitución, los estatutos de autonomía, el pacto fiscal y los intentos fallidos de acomodarnos como buenos vecinos, porque, si alguna cosa tenemos clara en la Catalunya de hoy es que no necesitamos una carta rogada al estilo de las del siglo XIX, aquellas concesiones que otorgaban los reyes para calmar las protestas de sus súbditos.

Guárdense su concesiones el ministro Margallo y usted mismo (y, de paso, el señor Navarro) y no insistan más en esta vía: España nos hará alguna concesión para salir del paso, porque nos da igual. No pierdan el tiempo en recontar y cuestionar los asistentes a nuestras manifestaciones, hacer fotografías de la parte trasera del escenario del Concert per la llibertat, decir que ponemos figurantes de cartón, cuestionar la legitimidad de Rafael Casanova, los hechos de 1714 o cualquier otra crítica, porque nos da igual. Sabemos que buena parte de la elite política actual, también la catalana, que no conoce otro modo de vida que los ingresos públicos (sean mediante transferencia o mediante sobre), antepone sus propios intereses: ser diputado, o senador, tal vez ministro y mejor si es de Exteriores, a las aspiraciones y el mandato de sus electores. Pero estos, al fin, ven llegada la posibilidad de una nueva etapa donde todo sea posible, sin el lastre de un sistema del pasado que ya nos da igual. Nos da igual, porque no deseamos, ni necesitamos nada de nadie; no esperamos que nos hagan ningún favor, que nos den un dinero que no es nuestro ni que nos hagan autopistas, puertos o aeropuertos que correspondan a otros. Lo que queremos, más que nada, es ser. Queremos ser como somos, gente trabajadora, pacífica y digna y, también, orgullosa. Con nuestras virtudes y nuestros defectos, queremos que nos reconozcan como sus iguales (no más, pero tampoco menos) y así, como sus iguales y si las circunstancias y el buen sentido de todos lo permiten, y después de este reconocimiento, entendernos y tender puentes de buena vecindad que nos aseguren a todos el mejor de los futuros posibles. Hoy, la ciudadanía de Catalunya, de manera mayoritaria, ha tomado conciencia de su existencia, de sus derechos y de sus expectativas, y ningún escenario de los que nos dibujan, por apocalíptico que sea, nos va a hacer cambiar nuestra manera de ver las cosas, porque ya nos da igual.

Creo, señor Rubalcaba, que la mejor opción, y no solo para los socialistas españoles y catalanes, es un giro radical en la actual orientación, que pase por el reconocimiento de la identidad catalana, del derecho de los catalanes a que tomen sus decisiones, equivocadas o no, de que estos puedan expresarse libremente con todas sus consecuencias. Y si llega el caso de una Catalunya independiente, poder presentarse, cuando menos, como una opción que defiende las libertades y respeta las opiniones de los ciudadanos, para así poder comenzar a trabajar de nuevo desde el día 1 por las ideas de progreso que tanto usted como el señor Navarro y a despecho del esfuerzo de generaciones anteriores, parecen estar condenando a la extinción. Hoy, la paradoja, señor Rubalcaba, es que para que exista una posibilidad de seguir juntos, primero tendremos que separarnos, y cuanto mejores sean las condiciones de la separación, más aumentarán las posibilidades de una nueva unión, porque no se puede negociar nada desde la desigualdad y la asimetría, ¿y sabe por qué? Porque cualquier otra opción, a los catalanes nos da igual.



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