Me indigna la corrupción que asola este país desde las más altas representaciones del Estado hasta los partidos. Pero me indigna más ver a los políticos hablar de dignidad, valores, conciencia o igualdad, cuando son palabras que ni conocen ni practican en su día a día. Me indigna que se habla de estupefacción en referencia a la confesión de Jordi Pujol. Estupefactos, ¿por qué? Defraudados, ¿por qué? ¿Alguien dudaba de que durante años algo estaba sucediendo? Los catalanes no estamos estupefactos, estamos hartos e indigados de ver cómo nos roban los políticos, No les basta con tener buenos sueldos, buenas pensiones vitalicias, etcétera, sino que tienen que defraudar al Fisco. Y, encima, nos hablan de patriotismo y de valores.Los políticos ya no trabajan para sus partidos ni para los ciudadanos, sino para ellos mismos. Mientras, los ciudadanos tenemos miedo a hablar, y callamos, no alzamos la voz por miedo, cuando deberíamos denunciar todas las irregularidades que se cometen y conocemos, en lugar de mirar para otro lado. Pero el miedo nos atenaza: nuestro futuro, el de nuestros hijos, nuestros nietos. Mi generación luchó en tiempos del dictador Franco. La generación actual no puede, los corruptos se han hecho muy poderosos porque lo hemos permitido, y así muchos no tienen más salida que abandonar su país, su familia, y emigrar al extranjero, al igual que hace años, con la diferencia de que estamos en el 2014, y esto es algo que nunca hubiéramos podido ni imaginar.
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