Domingo, 5 de julio del 2015 María Palomar (Barcelona)

Existe un refrán castellano que dice: "Quien da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro". Hay algunos hechos que salen en los libros de historia pero que no se estudian. En 1953,  un gran número de países, entre ellos Grecia y España, condonaron más del 60% de la deuda que Alemania había acumulado durante las dos guerras. El país germano, devastado por la Segunda Guerra Mundial, se encontraba sumido en una gran crisis que le imposibilitaba pagar sus deudas, que ascendían a unos 38.800 millones de marcos de la época. El Estado estaba al borde de la quiebra. Ante esta situación, los principales acreedores del país germano, liderados por Reino Unido, Francia y EEUU, pero entre los que también se encontraban otros países como Canadá, Dinamarca, Grecia, Irlanda, Italia y España, se reunieron en Londres para tratar de buscar una solución. Las negociaciones se extendieron entre el 27 de febrero y el 8 de agosto de 1953 y culminaron con el llamado Acuerdo de Londres, que redujo la deuda alemana en un 62,6% y determinó un calendario de pagos para los 14.500 millones de marcos restantes. El acuerdo permitió que muy pronto Alemania se situara a la cabeza de crecimiento económico del continente. Alemania parece no haber aprendido nada de la historia y, en lugar de corresponder a la generosidad con la que fue tratada hace seis décadas ha decidido aplicar mano dura a aquellos países que les permitieron regenerar su economía y evitar la quiebra. Lástima que este apasionante capítulo de la historia reciente no se estudie en los colegios españoles, griegos ni, por supuesto, alemanes. También podíamos hablar de las cifras de déficit público que Alemania tuvo para asimilar la Alemania del Este, pasándose por el Arco del Triunfo, las normas de la Comunidad Europea. Ese mismo déficit que ahora nos obligan a reducir en un plazo imposible y que nos aboca a los recortes.

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