Lunes, 31 de agosto del 2015 Marisa Ros (Barcelona)

Vivo en la zona entre el  Port Olimpic, el parque de la Ciutadella y el puente de Marina. Tenemos carriles bici para aburrir, construidos con el dinero de todos los ciudadanos y creando verdaderos problemas a los vecinos cuando, por ejemplo, intentamos llegar al Cinturón del Litoral para ir a trabajar con solo un carril. Lo que me enerva es ver que todo lo que a mí me supone un problema es para nada.  Los ciclistas de esa zona tienen Pujades, Meridiana y Marina (para eso nos hemos gastado una pasta en carril bici). Pues no. Tienen que ir o por la acera o justo por la calle paralela donde más molestan y que no tiene carril bici (Sardenya). Por si fuera poco, en una zona de grandes aceras, algunos de los que hacen jogging o como lo llamen han decidido no hacerlo por las aceras, donde hay sitio suficiente y no es un peligro para nadie, porque resulta que les gusta el carril bici. Supongo que para incordiar al ciclista, porque otra explicación no la encuentro. Sigo sin entender por qué es tan difícil tener una convivencia. Estos ejemplos, para mí, son solo incivismo.  Ah, por cierto, a la policía de barrio, para poner orden, ni se la ve ni se le espera. Eso sí, apuesto a que si aparco mal el coche, antes de dos horas tengo la multa. 

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