Señor Rajoy, el Senado no es un confesionario, y menos para pedir perdón porque unos militantes de su partido en Madrid se han corrompido hasta embolsarse 250 millones. Esos son peces pequeños, los tiburones campan a sus anchas. Lo triste es que ustedes lo sabían y entre partidos se tapan los trapos sucios. Es tan culpable el corrupto como la autoridad que lo permite o como el corruptor que hace posible el delito. Cómo se atreven a pedir perdón cuando hay pobreza infantil, desahucios, paro, pobreza energética, bajada de calidad en la enseñanza, sanidad ajustadísima y exclusión social de los dependientes por falta de ayudas. No me venga con milongas de que los tenemos controlados. Todos los encausados tendrían que dimitir, devolver el dinero y no poder presentarse a las elecciones, así como entrar en prisión. Necesitamos gente nueva, adaptada a la crisis.
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