Hace tres meses que se aplicó el Real Decreto de certificación de eficiencia energética de edificios de nueva construcción. Parece un proceso burocrático más, sin aplicación práctica en la rehabilitación energética. Este decreto viene obligado por la directiva europea 2010/31 que apuesta por reducir el impacto del efecto invernadero; pero esta mentalidad no se ha trasladado al sur de Europa. Palabras como las del presidente del Gobierno al negar el cambio climático explican por qué las emisiones de España no dejan de crecer. La situación económica del país no ayuda, e incluso les sirve de excusa. Los fondos destinados a proyectos medioambientales se consideran secundarios en tiempos de recesión. Estrenamos aeropuertos y ferrocarriles innecesarios mientras se penaliza el autoconsumo energético. Como parece que a las administraciones no les importa el planeta, trabajemos todos juntos para salvarlo.
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