Como hermana de un niño con una parálisis cerebral del 98% que murió a los 18 años en el 2014, me indigna que siga sin estar en poder de los padres el futuro de un hijo sin capacidad de decisión. Estos días atrás he tenido que oír en las noticias la lucha innecesaria de los padres de Andrea por tratar de dar una muerte digna a su hija. Andrea padece una enfermedad degenerativa e irreversible, por lo que sus padres van a ver cómo se va deteriorando hasta convertirse en un ser inerte. ¿Qué hay de ético en eso? Yo conozco la situación de primera mano. He visto a una familia destrozada por esta situación. A la mía. Me gustaría que vivieran de primera mano el día a día de Andrea. Estoy segura que muchos de esos médicos que dicen estar para salvar vidas y no para quitarlas cambiarían de opinión. Mientras, Andrea sigue sufriendo. Su madre afirma que ha dejado de sonreírles y cuando un niño pierde su sonrisa... Que la dejen morir en paz.
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