Señor César Alierta: Entré a trabajar en Telefónica en 1959. Le dediqué a esta empresa los 40 años de mi vida laboral. Pese a estar ya jubilado, siento que tengo con ella unos lazos afectivos, pero usted, con su último y sonado fichaje, el señor Rodrigo Rato, y la renovación del contrato del señor Iñaki Urdangarin, está contribuyendo a que esos lazos se estén deshilachando. Cuando una empresa contrata a un trabajador, lo primero que analiza es su currículo y sus antecedentes. Y, por lo que ha trascendido, ni uno ni otro son modélicos y ejemplares. Si no llevaran los apellidos que llevan y no tuvieran los apoyos políticos que tienen, probablemente serían desempleados de larga duración y sin subvención, como los millones de españoles que engrosan las listas del paro con currículos y antecedentes sin mancha. Le ruego que medite estas contrataciones y mantenga el buen nombre de la empresa, porque a este paso veloz de descrédito sentiremos vergüenza de haber contribuido a hacerla grande.
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