Domingo, 30 de agosto del 2015 Cristina Vélez (Barcelona)

La señora Cristina Casals ('Tiempo de reflexión', 20 de agosto) nos invitaba a considerar que el verano es un buen momento para reflexionar. Estos días he ido releyendo a Eduardo Martínez de Pisón ('Cuadernos de montaña'). Reconozco que soy una apasionada de la montaña. En uno de los capítulos hace un elogio a la calma. Considera que "vivimos en el prestigio de la prisa y de la actividad". Tenemos que pasar por las cosas, por los paisajes, por las personas apresuradamente. No hay tiempo para libros, no hay tiempos de quietud. Todo se vuelve estrategias, medios para conseguir algo, que será a su vez otro medio para otro algo. Se pregunta "¿es posible un sosiego propio en el sosiego del mundo? ¿Tendría seguidores un llamamiento a favor de la lentitud de una sociedad de la velocidad?".
El calendario de la vida es el ritmo que lo regula todo, las estaciones, los frutos, el día... y el hombre debería integrarse en él. Pero sucede al revés. El ritmo de las montañas, de los valles, de la lluvia, del ozono, está supeditado a un objeto lúdico o social que el hombre ha construido en beneficio propio. 

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