Jueves, 4 de septiembre del 2014 Sergio Núñez (Mataró)

Tras la publicación de un estudio de la organización de consumidores FACUA que cifra en un 433% la diferencia de precios entre las tarifas de clínicas dentales, el colectivo afectado se siente humillado e insultado. El estudio no refleja la problemática que provoca ese diferencial: la existencia de clínicas low cost de falsas aseguradoras (que son en realidad planes de descuento encubiertos). Tampoco tiene en cuenta la calidad de los materiales utilizados o las diferencias entre trabajos realizados por odontólogos recién egresados o profesionales de larga trayectoria clínica y/o académica. El grupo Salvemos la Odontología (plataforma privada en Facebook) hemos denunciado el auge de estas clínicas que usan publicidad engañosa y bajan los precios rozando el dumping a través de una bajada salarial inmoral de los jóvenes odontólogos. La creación como churros de universidades privadas, de las que algunas superan el número de plazas de estudiante de Odontología asumible por la sociedad (400 licenciados al año), han destrozado la oferta y la demanda. Un odontólogo que se forma en una de esas universidades (40.000-60.000 euros) y que, ante el exceso de competencia, debe hacer un máster (otros 40.000-60.000), luego tiene que trabajar en una de esas clínicas low cost por 800-1.200 al mes. Esto ha creado una burbuja odontológica y debe conocerse, porque es inaguantable ver la frustración de los jóvenes profesionales. El Gobierno no puede fijar numerus clausus porque ya se ocupó de crear una ley para blindar la competencia y evitar un listado de precios aconsejados. El estudio araña la superficie y da el mensaje equivocado de que se puede obtener la misma calidad a precios equiparables al de un corte de pelo. Lo barato sale caro.

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