Cardoso puso en orden la macroeconomía; Lula recogió los frutos sabiendo combinar las ayudas sociales y sacando a 30 millones de brasileños de la pobreza extrema sin poner trabas al capitalismo internacional; Dilma hace ya un tiempo que navega contracorriente (datos macroeconómicos, corrupción, descontento de la clase emergente y la alta...), y más ahora que su antigua colega de gobierno, Marina Silva, una izquierdista con gran sensibilidad por el medio ambiente y sus nada desdeñables 22 millones de votos en la primera vuelta, apoya al candidato de la derecha, Aécio Neves. Incoherente. Brasil necesita sacar a mucha más gente de la pobreza para que engrose una clase media que es la que, en definitiva, da estabilidad a un país. Ya habrá tiempo para que Brasil pueda virar a la derecha. Dudo de que el golpe de teatro silvista sea la solución socioeconómica.
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