Vallecas, Madrid. 23 de enero, seis de la mañana. Cincuenta geos se personan en el domicilio de un matrimonio con dos hijos pequeños; uno de ellos, un bebé de un mes y medio. Frío, mucho frío. Los desahucian. El piso, alquilado, era de protección oficial, pero había sido vendido a un fondo buitre que triplicó las mensualidades. Los padres, en paro. La Constitución garantiza el derecho de todos los españoles a una vivienda digna, especialmente a los más desfavorecidos. El partido que gobierna, el PP, alardea de religioso, pero mira hacia otro lado ante casos tan espeluznantes como este, que no es aislado; estas escenas se repiten en toda la geografía española y remueven las conciencias de muchos, pero no las suyas. Señora De Cospedal, póngase la mantilla y vaya de procesión, pero, antes, usted, Rajoy y todos los miembros de su partido vayan a confesarse por tantas cosas que claman a ese cielo en el que ustedes dicen creer fervorosamente. Y sobre todo, cambien de actitud y pidan perdón por su falta de humanidad.
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