Nací en esta bonita ciudad y llevo viviendo en ella toda mi vida. Y no la reconozco. Esta no es mi Barcelona: en verano es una ciudad secuestrada, un parque temático al servicio de una horda que invade las Ramblas, las playas, la Sagrada Família, el paseo de Gràcia, sin cumplir ni una ordenanza cívica, con el consentimiento tácito de las autoridades. Y lo peor es que el ayuntamiento, en vez de controlar el problema, sigue extendiéndolo. Vivo a cinco minutos del Park Güell y cerca de las baterías del Turó de la Peira, que están remodelando para convertirlas en ruta turística. ¡Horror! Ha estallado la Barceloneta, pero no son los únicos que están hartos. Barcelona vive del turismo, pero ¿a cualquier precio? ¿Me tengo que sentir extraña en mi ciudad?
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