Estoy totalmente en desacuerdo con esta cruzada antiguiri que vengo observando en los últimos años. No he estudiando la problemática mas allá de la propia experiencia de vivir en el barrio más turístico de Barcelona, y quizá he tenido mucha suerte, pues por lo que he visto, los llamados guiris suelen traer alegría, color, belleza y felicidad. No se puede decir lo mismo de la depresiva sociedad catalana contemporánea, siempre enfadada con todo. Y no voy a utilizar el difícil argumento del dinero, me da igual si gastan más o menos, que está claro lo que estos visitantes aportan, al menos los que yo he conocido: casi siempre son más cultos que el mediterráneo medio. Culparles de cuatro desórdenes, cuando en Barcelona los más incívicos son los habitantes permanentes de la ciudad, me parece injusto, y que moleste que vayan más lentos por la calle o que formen colas lo encuentro surrealista. El tema de los pisos turísticos es un capítulo aparte, muy grave, pero aquí los usuarios finales no son más que otras víctimas de catalanes especuladores. Por todo esto no entiendo el rechazo que os generan los turistas. Tengo varias teorías, muy turbias, como por ejemplo la envidia del que no puede soportar ver que otros se lo pasan mejor en la ciudad en la que vive. No entiendo qué os han hecho, lo único que os digo, es que si al final os salís con la vuestra y conseguís echarlos, yo me voy con ellos.
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