Aznar y Zapatero. Al primero tenemos que agradecerle todos los españoles ocho años de una España floreciente y rica pero solo en apariencia; era una España falsa porque crecía al amparo de la burbuja inmobiliaria. Una gran mayoría de los españoles creyeron en ella. Yo no. Se palpaba su naturaleza efímera y sucia: nuevos ricos, corrupción, deterioro del medio ambiente, codicia, soberbia hasta permitirse lo inimaginable, como la gran boda de su hija, ser desleal con España y echarse en brazos de multinacionales mediáticas. Al segundo, a Zapatero, le echo en cara su falta de visión, de coraje político y de ambición de Estado, aunque no olvido que gracias a él España recuperó la dignidad internacional y se salvaron las vidas de muchos militares españoles en Irak. Y ahora, con esta España hecha unos zorros, sangrando socialmente, enmudecida ante tanta corrupción y descaro político, ¿qué hacemos nosotros, sus herederos? ¿Arrugarnos? ¿Jugar a que esto era inevitable? Ustedes, juntos, tienen que pasar a la historia. Dos presidentes tan diferentes y que han hundido a este país. De aquellos barros, estos lodos.
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