Domingo, 23 de noviembre del 2014 Noemí Solaz (Medellín, Colombia)

Yo me fui. Dentro de pocos meses cumpliré cuatro años fuera de España. Recuerdo los últimos días del 2010, mi jefe diciéndome que no me podía contratar en el AVE Barcelona-Madrid. Yo estaba en números rojos, las tarjetas de crédito no daban para más, vivía con mis padres porque no podía pagar la hipoteca. Tenia un Excel, donde registraba todos los currículos enviados, era mi tesoro más preciado, allí anotaba también todos los contactos. Era un Excel impecable, activo, con valoraciones, coloreado según la respuesta, según el ámbito laboral. En aquellos días, yo era muchas cosas, y tenía un currículo para cada una de ellas. Pero nada daba frutos. Colaboraba como freelance en la empresa que había dejado una año  y a base de horas ganaba un casi sueldo.  Esa última reunión en Madrid fue bien, nos prometieron el contrato y la vuelta fue una fiesta. Era finales de noviembre. Por fin, esas Navidades iba a poder hacer regalos y pasar unas fiestas tranquilas. Mediados de diciembre: nada, día 22: nada. Acabé pasando una Navidad horrible, a la espera. Antes de fin de año por fin llegó la respuesta: negativa... Planeaba ir a una casa rural con unos amigos a pasar el fin de año y en ese momento no sabía ni cómo pagaría mi parte. Pero fui. Aquellas doce campanadas fueron doce mazazos, dejaba atrás un año horrible a nivel laboral y personal. Esa noche dormí como si fuera la última. Desperté, despuntando el alba. Era el 2011, abrí la ventana y un frío intenso entró en la habitación. Se acabó. Recuperé contactos que tenía en el exterior, y en febrero tuve una entrevista para incorporarme en un proyecto en Suramérica. En abril ya estaba aquí, en Colombia.  Estos han sido los mejores años de mi vida, excepto por el hecho de tener la familia lejos. Me siento laboral y personalmente satisfecha. Me fui porque en España mi Excel ya sería demasiado grande. A España le queda mucha crisis, así que si podéis, marchaos.

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