El arte contemporáneo es heredero de los movimientos de vanguardia. Concretamente del dadaísmo y del surrealismo. Recordemos que las vanguardias surgieron a finales del siglo XIX y todavía parecen estar presentes. Esto es lo que me recordaron algunas de las obras que se podían ver en Arco. En Arco participan más de 200 galerías de todo el mundo, por lo que te puedes hacer una idea de lo que se está haciendo hoy en día en arte visitando la feria o mirando el catálogo de su web. La diversidad es tan grande que se debería hablar de cada obra por separado.
Todas estas creaciones son expresiones plurales que no se pueden agrupar, clasificar y definir. De ahí su gran incomodidad. Por eso, y porque ya hace mucho tiempo que el arte ha dejado de ser algo bonito. Por tanto, si no sabes por qué el artista está haciendo aquello, estás completamente perdido. El espectáculo de ver todas aquellas instalaciones, fotografías, vídeos, esculturas, ensamblajes, dibujos, pinturas, provocaciones, propuestas, y demás obras es único. La libertad de expresión es total y el espectador está completamente desorientado.
Pero siempre acaba cayendo en la misma contradicción: el artista, por encima del bien y el mal, acaba siendo engullido por el mercado. Y todo lo que surge como movimiento innovador acaba siendo comercializado. No olvidemos que las galerías quieren vender y los coleccionistas buscan donde invertir.
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