Para perdurar en el tiempo, el régimen franquista se acogió al hoy oficialmente llamado arte contemporáneo para congraciarse con Estados Unidos que, durante el descalabro de la guerra fría, impuso la nueva estética en los mitificados congresos por la libertad de la cultura. En Catalunya, la "revolucionaria efeméride" fue legitimada con la inauguración, en 1960, del primer Museo de Arte Contemporáneo (MAC) instalado en la Cúpula del Coliséum. En 1986, el entonces alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, encargó al arquitecto norteamericano Richard Meier el edificio del Museu d’Art Contemporani (Macba), inaugurado en 1995. Los ciudadanos no han tenido ni arte ni parte. Arte y política hacen daño al casar.
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