El 25-N nos dejó un apoyo generalizado al proyecto del Estado propio en toda Catalunya, excepto en el área metropolitana de Barcelona, especialmente en el Baix Llobregat. Sin una parte importante de esta zona un hipotético referendo puede darse por perdido, o bien sería una victoria tan pírrica que podría poner en peligro la cohesión social. Hay, pues, que ponerse a trabajar con dos objetivos. Primero, recuperar al PSC para la causa catalanista, dado que ha sido el responsable de la excelente cohesión social de un país que ha recibido millones de inmigrantes, muchos de los cuales, gracias a los socialistas, se han acercado al catalanismo. Me duele ver al PSC junto a los españolistas en el Parlament. El segundo objetivo es conseguir un buen puñado de votos favorables al Estado propio en el área metropolitana. Para lograrlo es importante el interlocutor. Con CiU y ERC el mensaje no llegará nunca, y aquí es donde el proyecto necesita al PSC. El mensaje, la famosa pedagogía de la que hablan los cargos convergentes, no calará si lo explica Artur, Oriol o Jordi. El mensaje debe hacerlo llegar José o Paco, a poder ser socialistas, y claro y castellano. Debe contener las virtudes del proyecto y los problemas que supone seguir en España, y tiene que ser muy respetuoso con sus inquietudes y preferencias nacionales. El movimiento del 11-S ha perdido gas porque los interlocutores no son los correctos. Y eso no lo ha detectado nadie porque los tertulianos habituales de radio y televisión y los que cocinan las encuestas no se pasean mucho por aquí.
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