Domingo, 23 de diciembre del 2012 Julián Mayor Ricart (Tortosa)

Tal como soy ateo, me confieso 'anacionalista'. En el mundo hay 5.000 religiones, 6.000 lenguas, 200 países en la ONU. Hombres ¿no mujeres¿ prepotentes han creado dioses a «su imagen y semejanza» para imponerse al hablar en su nombre. Otros, o los mismos, pontifican en nombre de las naciones, España, Alemania, Catalunya, como si existiesen entes superiores aparte y por encima de las personas. Retroalimentar el nacionalcatolicismo español y franquista con otro de nuestra patria catalana nos aboca a un círculo vicioso alienante y fraticida. Los derechos a la cultura y a la lengua (imprescindible la inmersión lingüística) son derechos tan sociales como los demás; pero dotarlos de un eje diferente y prioritario contribuye a que la derecha siga ganando elecciones porque le favorece la riña interesada y visceral entre nacionalismos, que malbarata la lucha por la justicia social que abraza todos los derechos. Nos necesitamos muchos y muchas, de aquí, de allá y de todas partes, para conseguir cambiar gobiernos y sociedades marionetas de financieros ludópatas corruptores tramposos, por otra democracia más profunda, sana y fuerte, capaz de controlar al capital.

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