Domingo, 5 de julio del 2015 Joan Duran (Premià de Dalt)

Hoy los griegos están llamados a las urnas. Deben elegir entre un 'sí' –que significa más recortes y menos soberanía– o un 'no', que no se sabe qué quiere decir exactamente, pero se acerca a decir «basta» a las imposiciones sin paliativos de la troika. Ambas partes deben asumir responsabilidades ante las causas que han llevado a esta situación. La entrada de Grecia en la UE fue fruto de engaños y manipulaciones por ambas partes, y en los años posteriores o bien no hubo control sobre el aumento del déficit de la economía griega o bien se toleró. Convertir la deuda privada –en bancos fundamentalmente franceses y alemanes– en pública repartida entre los diferentes países ha sido una hábil maniobra para salvar aquellas entidades y convertir en acreedores de Grecia a todos los países de la UE. Dar un nuevo crédito para pagar el anterior y así sucesivamente no parece el remedio para Grecia. En cambio, no se ha destacado demasiado que el actual Gobierno ha situado el déficit en el 3%, por debajo del de algunos de los países acreedores. Tampoco la troika ha reconocido que la aplicación de sus recetas ha provocado un empobrecimiento de las clases medias y bajas y un enriquecimiento de las élites. Esto ha desencadenado grandes sacudidas. Así, han aflorado partidos nuevos: en los países europeos del norte, de extrema derecha;  en los del sur, de extrema izquierda. Mientras los primeros no preocupan a la UE, los segundos se perciben como el enemigo a destruir para que no contaminen al resto de socios. ¿En esta confrontación ideológico-político-económica, alguien se preocupa de la gente? El pueblo griego está en una difícil situación y necesita creer que tiene futuro. Por eso es necesario rebajar la presión y que la UE le ayude a mejorar su PIB, que es la manera de mirar con más optimismo su futuro. La situación geopolítica de Grecia es muy importante y la UE debe tenerlo muy en cuenta.

Si quiere debatir sobre este tema, escríbanos aquí

Compartir: