Sí, qué gran día aquel miércoles 6 de diciembre de 1978 en que todos los españoles votamos nuestra Constitución. Me disponía yo a salir de mi casa para ir al colegio electoral a votar nuestra nueva Carta Magna, la de todos los españoles. Habían pasado solo tres años de la muerte del generalísimo Francisco Franco, y los ciudadanos necesitábamos que la anhelada Constitución nos abriera las puertas definitivamente a un nuevo sistema democrático. No era perfecta pero ¿cómo íbamos a votar en contra? El miedo estaba en que, si no la aceptábamos, pudiéramos caer otra vez en manos de un régimen militar. Así que cogí la chaqueta y salí de casa dispuesto a votar.
Hacía un día radiante. El sol calentaba lo justo para no sufrir del frío viento de aquel día de invierno. Resultaba extraño ver tantas caras conocidas del pueblo en el colegio electoral. Era mediodía y se respiraba calma y madurez. Esta vez votábamos abiertamente y no notábamos que nadie nos mirara mal; no había presión ni tensión, esta vez era diferente. Me puse a la cola, como todos. «¿DNI?», me preguntaron en la mesa. Saqué mi cartera, y mientras buscaba el DNI, por un momento, me entró el pánico. «¿Y si está caducado?». Pero no, todo estaba en regla. Entregué mi carnet de identidad, y, cuando por fin me disponía a depositar mi papeleta en la urna, de repente, una voz me interrumpió: «Un momento, usted no puede votar. Usted no nacerá hasta diciembre de 1986, es usted menor de edad».
¡Ay, qué gran día ese miércoles 6 de diciembre de 1978, en que todos los españoles votamos nuestra Constitución!
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