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EL FUTURO DE LA UNIÓN EUROPEA

#25N: Una Catalunya europeísta en las urnas

Viernes, 16 de mayo del 2014 Ramon Mas Sanglas (Santa Eulàlia de Berga)

Unida o separada de España, Catalunya tiene vocación europea por tradición histórica. La opción parlamentaria mayoritaria por el derecho a decidir convierte a su sociedad en una nación avalista del derecho internacional a definir el futuro pasando por encima de limitaciones constitucionales políticamente interesadas del Estado. La Carta Magna española, alterada por dos partidos hace unos meses a instancia de Alemania, ¿no puede adaptarse a la voluntad catalana para hacer un referendo? El barómetro de la democracia europea y el de la española son de marcas diferentes.

La campaña electoral del 25-M pondrá a cada partido en su lugar por los hechos. Las familias políticas europeas de izquierdas ven con naturalidad la expresión libre de los pueblos. Aquí el bipartidismo mayoritario (PP- PSOE ) se ha radicalizado contra el soberanismo aunque presume de diálogo. El empalme de los candidatos españoles con sus homólogos europeos hace que la dispersión de voto cree confusión ciudadana. Lo importante es la participación catalana masiva para demostrar que una Catalunya soberana tiene cabida en los esquemas europeos demócratas. No es cuestión de derechas o izquierdas sino de encontrar un encaje como posible Estado en una Europa plural en lenguas y cultura. Es un sueño y un empobrecimiento pensar en un continente federal al estilo EEUU y lengua común única. Quizás tan utópico como una España de regiones federadas sin recursos propios. El gran reto de la UE es conservar y potenciar estos valores autóctonos plurinacionales. Razón de más para no vetar fronteras territoriales con viabilidad expansiva demostrada.

Si Catalunya pisa fuerte, al día siguiente del 25-M puede cambiar el rumbo del proyecto soberanista con una bifurcación bien definida: más ímpetu independentista o la proposición de un pacto sólido sin escapatoria. Entonces podría oficializarse un referendo vinculante sobre la opción preferente. Una actitud positiva de este calibre sería la mejor regeneración democrática de España rompiendo el empeño jurídico caducado. Pacto de la dignidad o un nuevo Estado, es el dilema. Nada de condescendencia y resignación. Democracia pura junto a una Constitución actualizada o república catalana.

Esto no es ponérselo difícil, señor Rajoy, es la ley con ojos europeos (‘Financial Times’ y ‘The Economist’). Basta de demagogia y reproches de mercado engañoso: "España seguirá ayudando Catalunya y no tiene ningún contencioso contra los catalanes" (Rajoy). ¿Quién ayuda a quién? Olvida el 8% del PIB solidario sin retorno? Los alemanes más ricos aportan el 4 %. ¿Cuántas demoras han sufrido sus balanzas fiscales objetivas para comprobarlo?

El sentimiento de una Catalunya indignada no tiene en cuenta el silencio, sentencias adversas del TC o secuestrando censos municipales. No es una epidemia pasajera por la crisis. Puede empeorarse. La lógica democrática de una consulta entre un consenso formal o la secesión podría dar más posibilidades a continuar unidos que separados. El peso de una oferta convincente y los indecisos cambiarían los sondeos conocidos. Haga la prueba, señor Rajoy. No es ninguna heroicidad ni traición. Tan solo un ejercicio vivo de democracia, aplicando las reglas europeas del juego y del diálogo bien entendido: aceptar el resultado de las urnas, unos y otros.



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