Jueves, 7 de mayo del 2015
Carlos Sabarich (El Prat de Llobregat)
ras años de observación del comportamiento de los estamentos políticos, (personas y partidos) he llegado a la conclusión (como opinión personal) de que todo es muy simple y puede sintetizarse en dos leyes aplicables a esas personas y a sus partidos:
Primera Ley: Toda acción que se lleva a cabo irá encaminada a conseguir el poder.
Segunda Ley: Si ya se está en el poder, toda acción irá encaminada a permanecer en él.
Todo lo demás son simples consecuencias de estos dos principios: Comparecencias, ausencias, pactos, oposiciones, campañas, inauguraciones, clausuras, aprobaciones, derogaciones, y un largo etcétera, todo está bajo el amparo de esas dos leyes.
Actualmente, los dos partidos nuevos a estrenar a nivel estatal que se presentan como renovadores y como motores y promotores del nuevamente llamado cambio (o recambio), Podemos y Ciudadanos, han entrado en una bochornosa y obsoleta dinámica de dialéctica desacreditadora del otro. Podemos está limándose tanto las uñas para aspirar a un electorado de centro que ya no es Podemos. Ciudadanos dice: «Nosotros seremos lo que quieran los españoles». Y yo me pregunto: ¿consiste en eso un partido político?. Recuerden la frase de Groucho Marx: «Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros».
Ante estos movimientos electoralistas cuya única función es conseguir más votos, veo con decepción que los nuevos partidos emergentes, antes de empezar, ya han copiado las rancias y ridículas metodologías de los otros partidos tradicionales, la denominada vieja política. Estos métodos están tan arraigados en la costumbre que los partidos son incapaces de aportar nada que no sea una mera farsa propagandística. Hace una semana les iba a votar a los dos, ahora solo votaría a uno y, mucho me temo que la semana próxima, ya no votaré a ninguno. Es todo tan simple…
Si quiere debatir sobre este tema, escríbanos aquí