Lo que más me gusta de los periodos electorales es ver cómo los políticos mediáticos (porque cuando vas a votar resulta que tienes opciones de votar a partidos que ni sabes de su existencia, ni de su programa, ni de sus miembros o cualquier otra mínima información sobre ellos) se rebajan a la altura del betún. Ver cómo intentan coger una pala de la obra mientras se preguntan dónde está el cable para enchufarla, ver cómo saludan a ciudadanos marginados a los que en ocasiones normales ni mirarían por miedo al reflejo de ver lo que han creado, ver cómo se acercan a la tercera edad prometiéndoles lo que ya tenían y les han quitado, o a jóvenes diciéndoles que España necesita talento, necesita de ellos... Incluso van casa por casa con su programa y te dan un chupachups y una chapa del partido, La humillación no tiene límites cuando se trata de conseguir el poder. Por desgracia esto dura poco, porque después de las 00.01 del día D, se olvidan de todo y «donde dije digo, digo Diego». Votaré (si voy) a quien no me martirice, la chapa la tiraré a reciclar y el chupachups me lo comeré.
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