Participar en unas elecciones cada cuatro años, sin tener la certeza del cumplimiento del programa electoral ni de las alianzas poselectorales es una democracia ilusoria. Hace años que los políticos difunden un programa y cuando gobiernan parece que olvidan que han sido elegidos para cumplirlo. Desconocíamos que iban a desahuciar a los parados, que iban a decidir que la emigración era la salida para los jóvenes. Los partidos no han sabido responder a las necesidades de la población, solo a la Barcelona turística. Han votado disposiciones y legislaciones urbanísticas en alianzas controvertidas (CiU-PP, CiU-ERC) y el PSC ha perdido una oportunidad histórica de sentar los bases de una política socialmente justa. Ada Colau viene de la lucha social y representa una nueva opción política de acercamiento a las organizaciones ciudadanas. Tal vez es la salida para que Barcelona tenga algo que ver con las necesidades de sus residentes. Eso sí, si no puede cumplir, que convoque un referéndum.
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