Viernes, 21 de noviembre del 2014 Jordi Piqué (Barcelona)

Como vecino del Poble-Sec, me preocupa el resultado final del llamado Plan Paral·lel. Viendo lo que ha sucedido en la calle de Blai y alrededores (bares y terrazas, suciedad, ruido...), se puede intuir lo que nos espera. La reforma del Paral·lel se está llevando a cabo sin tener en cuenta a los vecinos, con la intención de convertirla en una especie de nueva Rambla, un espacio de consumo y diversión sin fin para turistas y vecinos del resto de la ciudad. Con ese objetivo, las aceras se ampliarán para facilitar el paso de los peatones, pero lo que se esconde en realidad es una privatización del espacio público. Se quiere convertir el Paral·lel el en un bulevar donde los turistas de los cruceros millonarios que atracan en el puerto puedan disfrutar de una espacio de ocio. Al menos esa es la sensación que muchos tenemos.
Los vecinos del Paral·Lel tememos que el ayuntamiento convierta la avenida en un parque temático de ocio.  La ampliación de las aceras no tranquiliza: son muchas las calles de Barcelona que parecen un circuito para todo tipo de vehículos. ¿Queremos que la marca Barcelona continúe haciendo camino como gran parque temático o circo para turistas? Los vecinos del Poble Sec y del Paral·lel mayoritariamente no queremos eso. Se vende esta reforma como una oportunidad de mejorar. Pero, ¿a quién favorecerá realmente? Al sector hotelero y de restauración, al turismo, pero no a los ciudadanos. Habría que recuperar los barrios, donde el tejido asociativo vecinal es fundamental para mejorar la convivencia. No queremos que Barcelona en general y el Paral·lel en particular sean recordados como un paraíso para consumo y fiesta.

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