Nueva estatua

El león de la discordia ya ruge en la Sagrada Família

Barcelona suma una nueva escultura felina tras la polémica versión inicial que mostró el templo

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Carles Cols

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'Hakuna matata'. Barcelona suma un nuevo león cara al público, y ya son más o menos una veintena, todos escultóricos, los del zoo no cuentan, pero este será sin duda el más fotografiado de la ciudad. Es el León de Judá de la Fachada de la Pasión de la Sagrada Família, que sustituye al primer y desopilante ejemplar que durante unas semanas de octubre se colocó allí, en el mismo pedestal, para pasmo de los traseúntes. Como un Musafa, la talla del escultor Lau Feliu ya forma parte del templo de Antoni Gaudí y, por el mismo precio, también un carnero que simboliza la pobre bestia que fue sacrificada tras la prueba de fuego que Yavhé le puso Abraham para conocer los límites de su obedicencia. Esta segunda pieza está al otro extremo del nártex de esa fachada. Está algo cabizbajo, algo natural con la que se supone que se le avecina según las sagradas escrituras, y su instalación ha pasado más discretamente que la del león, más que nada porque no tuvo una primera versión tan tronchante como la del felino.

Agapit Vallmitjana fue el Ángel Cristo de la escultura. Dejó en herencia una decena de felinos notables. El de la Sagrada Família es de Lau Feliu

El león de Lau Feliu, como fiera territorial que es cuando lo es de carne y hueso, dominará la zona de la Dreta de l’Eixample, porque no hay más ejemplares por ahí. Por estar donde está, en un entorno Gaudí, será fotografiado profusamente. Pero en Barcelona hay más leones, que no merecen caer en el olvido, sobre todo la colección que dejó en herencia a la ciudad Agapit Vallmitjana Abarca (1850-1915), que se especializó en esta bestia tanto o más que Ángel Cristo. Suyos son los ocho leones de la base de la estatua a Colón, todos distintos. Los que miran al mar están sentados. Los que miran a la Rambla, de pie, desafiantes.

Más fiero que un 'lopintan'

También es el autor de los dos leones que custodian la escalinata del vestíbulo del Palau de la Generalitat, donde, de propina, ya puestos, colocó también un perro de bronce. Y por último destaca en esa serie felina de Vallmitjana una escultura que suele pasar desapercibida, en el parque de la Ciutadella, el cazador de leones, en la que aparece un hombre que atrapa con sus manos a dos cachorros que tratan de huir. Como nunca está de más aportar datos, consta que por esa escultura cobró 12.500 pesetas de la época, que no está mal.

Total, que la Sagrada Família ya tiene su León de Judá, como símbolo de la victoria de Jesús sobre la muerte. Nada que ver con la primera versión, de la que podría haberse hecho un merchandising perfecto para niños de cero a tres años. El nuevo es casi más que fiero que un lopintan. La curiosidad por ver el resultado final ha eclipsado lamentablemente el debate sobre la talla final del carnero de Abraham. Tal vez se merezca un análisis más profundo otro día.