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The Barcelonist, una píldora para reconciliarse con Barcelona

Un cuerpo de 700 exploradores, con Elena y Raúl, dos instagramers al frente, ofrece un retrato de la ciudad como para volver a quererla

The Barcelonist, una cuenta de Instagram que merece la pena conocer.

The Barcelonist, una cuenta de Instagram que merece la pena conocer. / periodico

Carles Cols

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A Barcelona se la quiere más o menos como lo cantaba Janis Joplin, que con su voz quebrada e irrepetible se preguntaba por qué el amor es como una bola y una cadena. Los motivos del desamor comienzan a ser una letanía periodística sobradamente conocida (los abusos inmobiliarios, la droga que vuelve al Raval, la despersonalización comercial…). De nada de todo esto va esta excursión internauta que aquí comienza. Esto va de The Barcelonist, una cuenta de Instagram que merece la pena conocer, casi prescribir como una receta médica para fortalecer la autoestima, una feliz idea que allá por el 2013 tuvieron una pareja de la ciudad, Elena y Raúl. Tienen hoy más de 68.800 seguidores. Esa cifra, aunque llamativa, no es en realidad la que importa. La interesante es otra, la de las 4.397 imágenes que en cuatro años han compartido, un retrato luminoso y adictivo sobre el placer de barcelonear sin rumbo. El viaje merece la pena.

La cosa nació y evolucionó hasta hoy más o menos así. El momento seminal de The Barcelonist fue en la calle del Bisbe. Mal lugar en realidad para un parto de estas características. Allí, Elena y Raúl fotografiaron el falsísimo puente gótico de la Casa dels Canonges, un pastiche arquitectónico que dejó en herencia a esta ciudad Joan Rubió. Al pobre, la vergüenza de aquel trabajo le persiguió hasta la muerte. Fue objeto de mil mofas. Construido en 1928 (vamos, que hay gente más anciana que el puente que aún se pasea por las calles de la ciudad) ese puente veneciano ha terminado por ser un icono más de la ciudad, así que Elena y Raúl hicieron lo que tantos otros aficionados a la fotografía. Lo retrataron y colgaron la imagen inicialmente en Twitter. En aquella red social se alojó The Barcelonist su primer año de vida. Emigró a Instagram en el 2014 cuando tenía ya casi 3.000 seguidores. Fue una decisión sensata, visto con perspectiva, pues la red de los trinos (así llaman en Colombia a los tuits) ha terminado por ser más infecciosa que la boca de un Komodo, la antitesis de Instagram. Fue en el nuevo hogar donde sucedió lo inesperado. Lo cuentan.

“Cada día intentábamos colgar una fotografía. Pero, de repente, un día algunos usuarios comenzaron a enviarnos sus fotos y nos pedían que las incluyéramos”. Lo hicieron, siempre una a una, día a día, eligiendo las imágenes adecuadas como quien decide en el mercado qué melón saldrá dulce. Hay que tener mano para ello. Es incuestionable que supieron elegir con acierto. The Barcelonist es hoy una legión de más de 700 exploradores voluntarios que envían sus hallazgos a una suerte de hub que coordina esta pareja de instagramers. El fondo fotográfico que acumulan Elena y Raúl es de unas 378.000 imágenes, de las cuales, eso sí, solo son visitables esas 4.397 citadas, cifra que crece paso a paso.

Nació en Twitter, que es como la boca de un Komodo, pero en redes sociales, así que The Barcelonist emigró a Instagram

La mirada conjunta de todas ellas, por volver al origen de este relato, es lo que reconcilia al barcelonés desencantado con su ciudad, a aquellos, que también somos legión, que se dan el pésame por el cierre de tiendas entrañables y, lo que es peor, sostienen que cada vez es más fácil practicar en las calles más turistificadas de esta esquina del Mediterráneo lo que en Australia se conoce como la restauración del chew and spew, en slang de las antípodas, comer y vomitar.

The Barcelonist, en cualquier caso, no es un retrato humano de Barcelona. No es, por ejemplo, la versión local del también recomendable Humans of New York. Al contrario. Es un gigantesco puzle fotográfico de un paisaje urbano, de lugares reconocibles y de otros anónimos, a pie de calle y desde el cielo. Creen que algún día su hijo Lucas tendrá curiosidad por saber cómo era Barcelona cuando nació. Tendrán el material a mano. El de una ciudad hermosa por fuera y, a la par, encanecida por dentro.

Barcelona es una Marilyn Monroe de cemento, hermosa y fotogénica por fuera, encanecida por dentro

A su manera, The Barcelonist retrata Barcelona como una Marilyn Monroe, que estuvo a lo largo de su carrera en el visor de distintos fotógrafos, como Ernst HassMilton GreenePhilippe Halsman y, sobre todo, de una fotógrafa, Eve Arnold, quien tal vez mejor la desnudó, no de ropa, sino de su disfraz de seductora.

Pues eso, pasen y vean a Barcelona.