SOLO QUEDAN UNA VEINTENA

El consistorio echa una mano a la supervivencia de las churrerías en Barcelona

Churreria en el Paral.lel

Churreria en el Paral.lel / periodico

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Las churrerías de la ciudad ya se pueden traspasar a terceros que no sean familiares. El Ayuntamiento de Barcelona ha modificado la normativa que obligaba a los vendedores de churros de la vía pública a transferir el negocio únicamente a sus hijos. Con este cambio se pretende frenar la desaparición de estas casetas, de las que solo quedan una veintena en la ciudaduna veintena.

Si el churrero no tenía descendencia o esta no estaba dispuesta a continuar friendo churros, patatas o porras, se veía forzado a cerrar el puesto sin posibilidad de continuidad. Esto comportaba en primer lugar el abandono de estas tiendas ambulantes en plena calle, con la sensación de degradación que conlleva y, después, una pérdida más de la vida de barrio

Una lucha de años

El Gremi Artesà de Xurrers de Catalunya aplaude la decisión. Durante años se les expulsó de la vía pública: en los años 80 había hasta 80 casetas repartidas por Barcelona, estiman. Sin embargo, en aquel momento, cuando los propietarios de la churrería decidían cesar la actividad, no podían traspasarla ni a sus familiares ni a nadie. "Luchamos durante años para que nos permitieran continuar con los negocios y finalmente logramos que la normativa aceptara la cesión a los hijos", rememora el presidente del gremio, Lluís Ruf.

Ahora se ha dado un paso más. El viernes el ayuntamiento firmó una nueva instrucción que da un respiro a este tipo de establecimientos. La cuarta teniente de alcalde y responsable del Área de Ecología, Urbanismo y Movilidad, Janet Sanz, ha explicado que la voluntad gubernamental ha sido "garantizar el patrimonio de la ciudad" porque en poco tiempo estaban desapareciendo muchas churrerías.

El presidente del gremio, que regenta una churrería ambulante que se instala en ferias por el Barcelonès y el Baix Llobregat, agradece el diálogo de los responsables municipales. Ruf describe esta actividad como dura y vocacional, ya que obliga a dedicarse los fines de semana y festivos, además de que los puestos están sometidos a las inclemencias meteorológicas.