Esprint final para traer la Agencia Europea del Medicamento a Barcelona

Àngels Gallardo

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La brillante candidatura de Barcelona para acoger la sede de la Agencia Europea del Medicamento (AEM), una de las 19 que el próximo lunes competirán en Bruselas para ubicar a esta estratégica institución una vez abandone Londres a consecuencia de la aplicación del Brexit, no ha sucumbido a las voladuras que en el último medio año han sacudido seriamente a los cimientos del proyecto.

El ambiente que rodea al proceso político de Catalunya lo impregna todo y ha mermado -casi nadie lo niega- los elevados márgenes de seguridad jurídica, certeza institucional y calma social que son imprescindibles para que un organismo europeo de este rango, uno de los más poderosos desde el punto de vista económico, científico y de influencia política, se conceda a un país comunitario.

A finales del pasado febrero, la opción de Barcelona contaba con cerca del 90% de posibilidades de vencer en la apuesta por la AEM, coinciden políticos de ambas orillas del panorama catalán, así como científicos conocedores de la opción diseñado para ocupar la Torre Glòries. Así lo indicaron los informes internos de la Comisión Europea, tras concluir las evaluaciones técnicas de los respectivos proyectos. En estos momentos, la candidatura de Barcelona –que ya quedó en segundo lugar en 1995, cuando venció Londres- mantiene un impredecible 50% o 60% de simpatías prometidas.

Punto fuerte

Las sólidas condiciones científicas, biomédicas, sanitarias y de investigación universitaria que sostienen la opción barcelonesa son en estas horas decisivas su pilar fundamental incuestionado, algo que no ha variado a consecuencia del procés. Esa es también la carta de fuerza con que pueden estar jugando, sin temor a exagerar, los responsables políticos de variado signo, y el Rey, en sus incursiones ante jefes de Estado y gobiernos comunitarios.

En estos momentos, la opción de Barcelona mantiene un 50% o 60% de simpatías prometidas

Barcelona sigue resultando una ciudad cálida, de fácil acceso, bien comunicada y, sobre todo, socialmente abierta a todo tipo de circunstancias familiares y culturales, unos factores que son muy tenidos en cuenta por los más de 900 empleados, y sus familias, que deberían desplazarse a Catalunya. Pero, hasta ahí las buenas noticias. Algunos de esos empleados, también muestran inquietud por el dilema político.

“Es muy difícil afirmar que en Barcelona ya todo es normal –lamenta el doctor Josep Maria Gatell, adscrito al Hospital Clínic y catedrático de la Universitat de Barcelona (UB)-. Lo primero que te preguntan cuando participas en congresos europeos es ‘¿cómo está Barcelona?’.  La candidatura es muy buena y sus impulsores lo están haciendo muy bien, pero no se han podido desprender del ruido de fondo, y eso crea incertidumbre e inseguridad jurídica, que es lo peor que puede pasar ante una decisión tan importante ”.

“Las condiciones técnicas de Barcelona para optar a la AEM son excelentes. La situación política es muy mala”, sintetiza Margarita Arboix, rectora de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), que impulsa el proyecto. “Si hay buena voluntad en la defensa definitiva de la candidatura, Barcelona vencerá, porque es la más idónea para acoger a la AEM”, afirma el doctor Buenaventura Clotet, miembro del comité promotor de la iniciativa catalana. “Este es un asunto de la gran política, la que manejan Emmanuel Macron y Ángela Merkel”, dice Clotet.

Arboix, farmacóloga de formación y antigua investigadora de la AEM, suscribe no solo la calidad de la propuesta barcelonesa sino las condiciones científicas del país que la respalda ante los organismos europeos: la Agencia Española del Medicamento, el enlace español de la AEM.

Requisitos cumplidos

 “La agencia española está preparada para hacer los informes preliminares que la AEM promueve cuando la industria farmacéutica le presenta un nuevo medicamento que pretende sea autorizado en Europa –explica Arboix-. Esas evaluaciones farmacológicas las hacen países de la UE que son designados por la AEM, pero no todos reciben esos encargos, porque no todos tienen estructura científica capaz de emprenderlas. España la tiene”.

Italia, apunta Arboix, uno de los países que mejor ha difundido su candidatura –“los italianos actúan como un lobi compacto”, asegura-, apenas tiene instalaciones capaces de emprender evaluaciones farmacológicas validables por la AEM. “Sí las tienen Gran Bretaña, que ya no recibe encargos porque se van, Francia, Alemania y Copenhague, además de España –prosigue la rectora-. Amsterdam o Viena son muy flojitas en esto. Y ese factor es determinante”.

Intercambio político

Las instituciones impulsoras de la candidatura de la Torre Glòries, Ministerio de Sanidad, Generalitat y Ayuntamiento, se mantienen, por supuesto, en el optimismo. La ministra Dolors Montserrat se ha entrevistado con sus colegas de los 19 países en opción. De algunos, con escasas posibilidades de éxito, ya tiene asegurado el voto favorable a Barcelona: a cambio, Sanidad les ha ofrecido asesoría sobre cómo estructurar una organización de trasplantes o cómo trazar un sistema de salud pública. Un favor por otro.

El momento de la verdad se iniciará a las 15.30 horas del lunes. Los 27 jefes de Estado y de Gobierno de la UE participarán en tres votaciones. Cada país dispondrá de seis puntos. Tres los destinará a sí mismo. Habrá dos finalistas y un solo vencedor.