EL ESCENARIO
Paseo por la Barcelona 'smart'
La 'smart city' será social o no será. Es el mantra del equipo municipal de Ada Colau, que repite una y otra vez que la tecnología aplicada a las ciudades (el concepto de 'smart city') ha de servir para mejorar la vida de las personas en todos los ámbitos. Volvió a insistir en ello este martes el primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, en la conferencia que inauguraba el Smart City Expo World Congress, en el recinto de Gran Via de Fira de Barcelona.
"No hay tecnología, por muy inteligente que sea, que pueda compensar la regresión política o moral. Si abandonamos la lucha para combatir el cambio climático, la pobreza o el analfabetismo, todos los sensores, modelos o algoritmos devienen inútiles o hasta peligrosos", recordaba el edil, antes de pedir a la audiencia que aprovecharan para conocer Barcelona e incluso "visitar la Sagrada Família".
El papel de las empresas
La actual filosofía municipal le ha dado la vuelta al espíritu con el que se impulsó el congreso desde la alcaldía de Xavier Trias: convertir Barcelona en el laboratorio de innovación de grandes empresas para acabar recibiendo los beneficios en forma de centros de investigación. A su principal valedor, el exconcejal Antoni Vives, se le pudo ver en los pasillos del congreso este martes, apresurado y con vestuario informal.
En estos últimos siete años, que coinciden con las siete ediciones del congreso, Barcelona se ha convertido en una 'smart city' de referencia dentro del marco general al que se han ido sumando cada vez más urbes. Todo el mundo acepta que las ciudades van a concentrar a más de la mitad de la población mundial dentro de muy poco y que el gobierno municipal va a concentrar cada vez más poder sobre la vida de sus ciudadanos.
Localizados para llegar antes
De los primeros trazos de la ciudad inteligente -la gestión de los semáforos y del alumbrado o el Bicing, que ya ha cumplido 10 años- se ha pasado a multitud de ejemplos en las calles. Uno de los más evidentes es la información visible del tiempo de paso de los autobuses, con paneles en las paradas y cálculo del tiempo en una 'app' móvil, que además localiza al usuario con GPS y le indica el mejor trayecto para llegar antes.
También el aparcamiento en la ciudad dio un vuelco con la ‘movilización’ del pago en la calle con la 'app' Appark, que localiza el vehículo y las plazas por GPS y permite olvidarse de ir poniendo monedas para pagar el tíquet de las zonas azul o verde computando el importe exacto.
Datos sobre todo
La fiebre por las 'apps' -que se ha calmado bastante en el poder municipal aunque se mantienen 30 en catálogo- ha mutado por la de los datos accesibles a los ciudadanos y a las empresas (el 'open data'). Gracias a estas plataformas web se puede consultar desde el censo de mascotas o el funcionamiento de las escaleras mecánicas ciudadanas a los datos del padrón o los mapas de planes urbanísticos, o se pueden hacer nuevos servicios sobre ellas.
Sensores para medir la vida
Pero la joya de la corona 'smart' son datos en tiempo real de los índices de sonido, calidad del aire y tráfico, auténticos barómetros de la salud ciudadana. Los sensores están ocultos en piezas del mobiliario urbano, que han vivido una auténtica transformación. Las farolas, por ejemplo, ya no solo iluminan sino que se gradúan solas según la luz ambiental, permiten cambiar la iluminación, e incorporan antenas y señales del wifi municipal, el Barcelona Wifi. Pero el gran cambio no es tan visible y es todo el sistema informático de procesado de esos millones de datos.
Los sensores también captan flujos de visitantes en zonas turísticas, como la Sagrada Família o el Born, y los movimientos de vehículos gracias a señales en el pavimento. Se han hecho pruebas para convertir el aparcamiento de superficie en un gigantesco garaje donde una luz ilumine la plaza libre, pero de momento no han cuajado. Y para coches sin conductor, que exigirán un mayor espectro de transmisión de datos y menos imprecisiones en las localizaciones vía satélite.
Accesible para invidentes
Los semáforos no solo se activan con botones sino que emiten señales a móviles para los invidentes gracias a las pruebas que se realizan con tecnología basada en 'beacons' (balizas) y 'bluetooth'. En el eje comercial de Creu Coberta, en Sants, también ofrecen información de la oferta de las tiendas, una opción que se estudia para otras zonas.
También se ha vuelto 'smart' la relación con el gobierno municipal gracias a las plataformas de participación tipo Dcode (basada en 'blockchain') o a la 'app' Bustia Ciudadana. O se ha incorporado la realidad virtual y los códigos QR para, literalmente, hacer hablar a las piedras del Born.
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